jueves, 7 de octubre de 2010

Siempre Noche

¿Qué piensas cuando escuchas, dices o lees la palabra noche? ¿Sueño, oscuridad, luna, estrellas, frío, sexo? Muchos poetas han hablado de ella, ya sea para que encuadre una escena amorosa o un misterio mágico. La noche siempre nos muestra algo, una enseñanza, gracias a su oscuridad podemos ver los astros lejanos y brillantes. La luz del sol es demasiado clara, cegadora, nos hace bajar los ojos a la tierra y ocuparnos de nuestras labores, mas la noche es cuando ya tienes el cuerpo cansado tras un arduo día, y con su frescor oscuro y sobrecogedor vuelves a alzar la vista, para quedarte pasmado con el escenario "de inumerables luces adornado".

Nuevamente compararé dos poemas de épocas diferentes, el de "Noche Serena" de Fray Luis de León -escrito en el siglo XVI- y "La noche" de Manuel M. Flores -escrito en el siglo XIX-; y quizá mencione a otros autores que también loan a la noche durante el proceso. Primero un poco de contexto biográfico y social. Fr. Luis estuvo en la orden de San Agustin y estudió en la Universidad de Salamanca llegando a ser catedrático de la misma -fue profesor de San Juan de la Cruz. La rivalidad entre los agustinos y los dominicos, hacen que sea detenido por la Inquisición, y es acusado de haber traducido al castellano el texto bíblico del Cantar de los Cantares -en ese entonces, a diferencia de ahora, los textos sagrados debían de estar en latín, además de que ese libro bíblico en particular tiene un tema erótico y carnal. Su poesía está inspirada por el deseo del alma de alejarse de todo lo terrenal -Oda I Vida Retirada- para poder alcanzar a Dios, identificado con la paz y el conocimiento.

Manuel M. Flores fue amigo de J. M. Altamirano en el colegio de Letrán. Al parecer, combate en Puebla en la batalla del 5 de mayo y cae prisionero de los franceses. Flores toca el límite de lo que su tiempo considera permisible y habla del amor físico sin los disfraces pastoriles que se vieron forzados a utilizar los poetas anteriores. Sin embargo, a diferencia de casi todos los poetas eróticos, Flores vive lo que escribe, por lo que enferma de sífilis, impidiendo así la boda con su único amor Rosario de la Peña.

La Oda VIII, Noche Serena tiene una estructura que consiste en tres niveles: el cielo, el suelo y lo subterráneo: "Cuando contemplo el cielo / de innumerables luces adornado / y miro hacia el suelo / de noche rodeado / en sueño y en olvido sepultado". El cielo estrellado hace que el hombre se de cuenta de que su belleza no existe en el suelo, dónde sólo hay oscuridad y olvido. La noche del poema se desdobla en dos, la luminosa, que sólo puede ser contemplada y la oscura, que rodea al poeta. En la undécima lira Fr. Luis comienza a hablar de los diferentes astros, empezando por la luna, y evocando a los antiguos dioses paganos de cuyos nombres se bautizaron a los planetas, que se logran ver en la templada noche: "prosigue el sanguinoso Marte airado, / y el Júpiter benigno [...] Saturno, padre de los siglos de oro". Al final del poema, el misticísmo aparece, pues al intentar dar una última descripción de la deleitosa noche el poeta usa imágenes terrenales que aportan una característica metafórica:

¡Oh campos verdaderos!
¡Oh prados con verdad frescos y amenos!
¡Riquísimos mineros!
¡Oh deleitosos senos!
¡Repuestos, valles, de mil bienes llenos!

El poeta poblano -¡poblano!- es del movimiento romántico mexicano, el cual tiene algunas características propias, pero comparte muchos elementos con los románticos europeos. Recordando un poco, el romanticismo apareció a finales del siglo XVIII para contrastar con el imperante clasisimo y neoclasismo. Los temas a los que siempre recurrían los romanticos eran: anarquismo -derechos humanos-, naturaleza -parajes vírgenes-, exotismo -escenarios medievales o prehispánicos- y lo sobrenatural. La parte del día que está menos desapegada a la realidad de aquel mundo cada vez más logico, es la noche. En el sueño de los poetas se les revela una respuesta, una manera diferente de ver las cosas y dejar de atenerse a lo lógico solamente. Para que esto se de, el yo lírico debe estar completamente desapegado a lo cotidiano, en un lugar rodeado de naturaleza y simbolísmo -como podemos ver en otro poema de la época, El teocalli de Cholula de José M. Heredia-,el alma de ese yo debe elevarse al contemplar éste grandioso espectáculo y con ello empezar a reflexionar -como lo hace Fray Luis.

En el poema renacentista podemos ver a los dioses paganos enriquecidos de aquel oro celestial, en el décimonono se sigue viendo la comparación metafórica del oro con las estrellas pero ya no tiene referencias clásicas: "rueda tu luna llena, / joya de Dios, en la región vacía". La noche de Flores está dividido en tres partes, la primera es un elogio a la noche, la cual, al igual que Noche Serena desdobla a la noche en dos, una es la noche en calma, límpida y la otra es la que ruge con el rayo y la tormenta, con la cual el poeta se puede identificar: "Entonces, sólo entonces, el aliento / del huracán que ruge embravecido, / al rasgar la centella el firmamento, / al estallar el trueno, es cuando siento / latir mi corazón, latir henchido"; siendo esta identificación la segunda parte del poema.

 La tercera parte es cuando se da la importancia del yo, la explicación a la identificación de las gotas de agua con las de los ojos, el poeta está sufriendo de un amor desaparecido y el dolor que siente sólo puede ser sublimado a través de la noche: "¿Quién busca, como yo, tus muertas horas / ¡oh, noche! y tus estrellas, / fingiendo que son ellas / las lágrimas de luz con que tú lloras?". Ambos poetas se dan cuenta de la real oscuridad que los envuelve, sólo un poco acentuada con la llegada de la noche

Hijo yo del dolor, tu negra calma
es el mejor abrigo,
para ver en la sombra, sin testigo
una noche en el cielo, otra en el alma.


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