jueves, 14 de octubre de 2010

El misticismo en el cuecuechcuícatl

Dos culturas diferentes, la mexica y la española. Ambas tienen una forma única y diferente de expresarse, así como la perspectiva del tema en que expresan. En lo personal, estoy desarrollando un gran amor por las culturas prehispánicas, en especial, la del gran imperio azteca. En algún post anterior, comenté el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz al compararlo con el de insomnio de Dámaso Alonso, ahora, la característica mística del poema, la compararé con los cantos eróticos del cuecuechcuícatl nahua. Son dos contextos diferentes y cuando profundice más en el tema -en otro post futuro- podremos ver la relación estrecha que dos culturas, separadas por más que un océano, tienen con la sensualidad del cuerpo y la divinidad.

jueves, 7 de octubre de 2010

Siempre Noche

¿Qué piensas cuando escuchas, dices o lees la palabra noche? ¿Sueño, oscuridad, luna, estrellas, frío, sexo? Muchos poetas han hablado de ella, ya sea para que encuadre una escena amorosa o un misterio mágico. La noche siempre nos muestra algo, una enseñanza, gracias a su oscuridad podemos ver los astros lejanos y brillantes. La luz del sol es demasiado clara, cegadora, nos hace bajar los ojos a la tierra y ocuparnos de nuestras labores, mas la noche es cuando ya tienes el cuerpo cansado tras un arduo día, y con su frescor oscuro y sobrecogedor vuelves a alzar la vista, para quedarte pasmado con el escenario "de inumerables luces adornado".

Nuevamente compararé dos poemas de épocas diferentes, el de "Noche Serena" de Fray Luis de León -escrito en el siglo XVI- y "La noche" de Manuel M. Flores -escrito en el siglo XIX-; y quizá mencione a otros autores que también loan a la noche durante el proceso. Primero un poco de contexto biográfico y social. Fr. Luis estuvo en la orden de San Agustin y estudió en la Universidad de Salamanca llegando a ser catedrático de la misma -fue profesor de San Juan de la Cruz. La rivalidad entre los agustinos y los dominicos, hacen que sea detenido por la Inquisición, y es acusado de haber traducido al castellano el texto bíblico del Cantar de los Cantares -en ese entonces, a diferencia de ahora, los textos sagrados debían de estar en latín, además de que ese libro bíblico en particular tiene un tema erótico y carnal. Su poesía está inspirada por el deseo del alma de alejarse de todo lo terrenal -Oda I Vida Retirada- para poder alcanzar a Dios, identificado con la paz y el conocimiento.

Manuel M. Flores fue amigo de J. M. Altamirano en el colegio de Letrán. Al parecer, combate en Puebla en la batalla del 5 de mayo y cae prisionero de los franceses. Flores toca el límite de lo que su tiempo considera permisible y habla del amor físico sin los disfraces pastoriles que se vieron forzados a utilizar los poetas anteriores. Sin embargo, a diferencia de casi todos los poetas eróticos, Flores vive lo que escribe, por lo que enferma de sífilis, impidiendo así la boda con su único amor Rosario de la Peña.

La Oda VIII, Noche Serena tiene una estructura que consiste en tres niveles: el cielo, el suelo y lo subterráneo: "Cuando contemplo el cielo / de innumerables luces adornado / y miro hacia el suelo / de noche rodeado / en sueño y en olvido sepultado". El cielo estrellado hace que el hombre se de cuenta de que su belleza no existe en el suelo, dónde sólo hay oscuridad y olvido. La noche del poema se desdobla en dos, la luminosa, que sólo puede ser contemplada y la oscura, que rodea al poeta. En la undécima lira Fr. Luis comienza a hablar de los diferentes astros, empezando por la luna, y evocando a los antiguos dioses paganos de cuyos nombres se bautizaron a los planetas, que se logran ver en la templada noche: "prosigue el sanguinoso Marte airado, / y el Júpiter benigno [...] Saturno, padre de los siglos de oro". Al final del poema, el misticísmo aparece, pues al intentar dar una última descripción de la deleitosa noche el poeta usa imágenes terrenales que aportan una característica metafórica:

¡Oh campos verdaderos!
¡Oh prados con verdad frescos y amenos!
¡Riquísimos mineros!
¡Oh deleitosos senos!
¡Repuestos, valles, de mil bienes llenos!

El poeta poblano -¡poblano!- es del movimiento romántico mexicano, el cual tiene algunas características propias, pero comparte muchos elementos con los románticos europeos. Recordando un poco, el romanticismo apareció a finales del siglo XVIII para contrastar con el imperante clasisimo y neoclasismo. Los temas a los que siempre recurrían los romanticos eran: anarquismo -derechos humanos-, naturaleza -parajes vírgenes-, exotismo -escenarios medievales o prehispánicos- y lo sobrenatural. La parte del día que está menos desapegada a la realidad de aquel mundo cada vez más logico, es la noche. En el sueño de los poetas se les revela una respuesta, una manera diferente de ver las cosas y dejar de atenerse a lo lógico solamente. Para que esto se de, el yo lírico debe estar completamente desapegado a lo cotidiano, en un lugar rodeado de naturaleza y simbolísmo -como podemos ver en otro poema de la época, El teocalli de Cholula de José M. Heredia-,el alma de ese yo debe elevarse al contemplar éste grandioso espectáculo y con ello empezar a reflexionar -como lo hace Fray Luis.

En el poema renacentista podemos ver a los dioses paganos enriquecidos de aquel oro celestial, en el décimonono se sigue viendo la comparación metafórica del oro con las estrellas pero ya no tiene referencias clásicas: "rueda tu luna llena, / joya de Dios, en la región vacía". La noche de Flores está dividido en tres partes, la primera es un elogio a la noche, la cual, al igual que Noche Serena desdobla a la noche en dos, una es la noche en calma, límpida y la otra es la que ruge con el rayo y la tormenta, con la cual el poeta se puede identificar: "Entonces, sólo entonces, el aliento / del huracán que ruge embravecido, / al rasgar la centella el firmamento, / al estallar el trueno, es cuando siento / latir mi corazón, latir henchido"; siendo esta identificación la segunda parte del poema.

 La tercera parte es cuando se da la importancia del yo, la explicación a la identificación de las gotas de agua con las de los ojos, el poeta está sufriendo de un amor desaparecido y el dolor que siente sólo puede ser sublimado a través de la noche: "¿Quién busca, como yo, tus muertas horas / ¡oh, noche! y tus estrellas, / fingiendo que son ellas / las lágrimas de luz con que tú lloras?". Ambos poetas se dan cuenta de la real oscuridad que los envuelve, sólo un poco acentuada con la llegada de la noche

Hijo yo del dolor, tu negra calma
es el mejor abrigo,
para ver en la sombra, sin testigo
una noche en el cielo, otra en el alma.


Anhelo

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).

¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,

Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.

Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.

Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos.

Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,

¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!

por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.

Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,

 Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?

Nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.
  

¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?

Detente, cierzo muerto;
ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.

Decidí hacer un especie de conversación que haga una comparación entre San Juan de la Cruz y Dámaso Alonso. El primero es un poeta místico que se inspira en el Cantar de los Cantares -texto bíblico- para hacer un cantico que exprese la unión que el hombre tiene con Dios, resultando un poema extremadamente sensual para la época, por lo que San Juan tuvo que hacer una explicación del mismo. El cantico está conformado por dos personajes principales, la Esposa, que añora a su amado y lo busca, y el Esposo.

En el poema de Dámaso Alonso, Insomnio, habla de un tópico más terrenal. La segunda guerra mundial  apenas ha pasado y Madrid ha quedado devastada; el poeta retrata en los versos el horror que se vive día a día en la capital. El poema se puede dividir en dos partes, la que describe la perturbación del yo lírico y la que cuestiona y recrimina a un Dios que le ha abandonado. La métrica de éste poema es casi prosaica dado que el verso más chico es de 14 sílabas -alejandríno- y el más grande alcanza las cuarenta y ocho sílabas. A diferencia del cambio rítmico que se da en el Cantico de San Juan -la estructura del poema es la lira, así que intercala heptasílabos con endecasílabos- , el poema de Alonso es lento, que hace sentir cómo pasan las largas horas del insomnio del poeta.

Al mezclar ambos poemas quería hacer un contraste entre ambos anhelos, ya que el fin último de ambos es encontrar a Dios de una manera o de otra, una unión espiritual o una respuesta. Empiezo con la primera línea de Insomnio, en lo personal me encanta ese principio ya que no es una manera convencional que desautomatiza completamente el poema. Los datos duros no forman parte de ese mundo metafórico, como en el cantico, cuya primera figura es la de un ciervo que huye como el esposo, al que llama Amado. La similitud de ambos es que enmarcan la situación, la esposa está desolada por la partida del esposo, que la ha dejado gimiendo; Madrid es una ciudad desolada, fantasmal.

En el segundo verso de Dámaso y la séptima estrofa de San Juan el lector se sumerge en ambas desesperaciones de muerte, con las duras expresiones -en el que hace 45 años me pudro- y la aliteración -un no se qué que queda balbuciendo. El cuarto verso y la décima estrofa separan a ambos poetas y los acerca, el primero expresa más claramente la destrucción que escucha del huracán  y en los malos augurios del ladrido del perro, además del surrealismo de la gran vaca amarilla -que es lo que lo acerca al estilo de San Juan. La décima estrofa, en cambio refleja una deseperación menor, algo más familiar y cariñoso de esposo y esposa -el amado sólo puede apagar mis enojos cuando mis ojos lo vean-, aún cuando todavía no se han unido.

La undécima estrofa sigue con ese sentimiento amoroso y añorante de la esposa, lo que ahora se ha vuelto un cliché en las películas de ver a la persona amada cuando ves tu reflejo en el lago. En cambio el quinto verso cuestiona al Todopoderoso el sentido de esa vida podrida, ya no hay el locus amoenus de la pureza cristalina y reflejante de un lago, ya no hay lago. Este sentimiento fatalista lo acompaña en los siguientes dos versos en el cuál la carente razón, personal, para vivir se extiende a su ciudad y al mundo entero; fantasmal, lleno sólo de cadáveres pudriéndose.

Lo resaltado en negritas representa el culmen de ambos poemas, cuando la esposa se encuentra con Dios, su amado esposo y la primera pregunta directa, que aparece en el poema, a Dios. El contacto de la primera es regocijo un momento eterno que se expresa con la carencia de verbos en la estrofa. La pregunta, en cambio, refleja un contacto impotente -e incluso inútil- y distante de un Dios que deja a sus hijos pudrirse, ¿será que algo le importe más? Las siguientes dos estrofas del cantico irían mejor si estuvieran al revés, la última primero y la penúltima después, pero San Juan las puso en ese orden al terminar su Cantico Espiritual; esto es porque la última habla de un huerto que de una forma mordaz podría responder a la pregunta de Dámaso "¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?" ven, austro, que recuerdas los amores, / aspira por mi huerto, / y corran sus olores, / y pacerá el Amado entre las flores.

La última pregunta del poeta, en el cual se ven las rosas -vitalidad y hermosura del día- y las azucenas -flor que sólo da su aroma por las noches- de Garcilaso, es acerca de que si Dios no comparte su hermosura con ese mundo terrible por temor a que se le sequen las flores, o también podría verse como si lo que pretende con tantos muertos es abonar esas flores para que no se le sequen. En el poema de San Juan son las flores y la cueva de leones  -imagen surrealista también- lo que forma el lecho de los esposos en su amoroso encuentro.

La belleza de los poemas es que no se cierran a un esquema, vamos ¿qué más encuentran en mi mezcla?

martes, 28 de septiembre de 2010

¿Inocente zanahoria?

Sin saber nada acerca del autor, uno podría leer la loa a la zanahoria como los escritos de su contemporáneo Gonzalo Fernández de Oviedo, que, en su calidad de Cronista de Indias, debía describir al rey las novedades del recién conquistado imperio, como la vegetación de ahí. Si se lee un fragmento de uno de sus temas titulado "La piña" se podría creer que la loa de Diego Hurtado de Mendoza es de igual naturaleza. Léanlo doble y encontrarán el verdadero significado.

Contextualizando un poco, la poesía erótica no era algo innovador, ya que se venía cultivando desde el Medioevo -recordemos el Libro de Buen Amor o a mi querida Celestina- y uno podría soprenderse al ver la profusa producción de versos eróticos bajo las narices de la Inquisición y en aquella sociedad tan "conservadora". Para esto debemos recordar las críticas de la hipocrecía de los clérigos en cuanto a su castidad-el trotaconventos del Lazarillo y su último amo, el arcipreste- y de las monjas también - el Buscón fue galán de monjas. También es necesario notar que la mayoría de los autores de estos versos, si no es que todos, publicaban bajo un seudónimo, en especial si sus versos eran demasiado explícitos:

 Primero es abrazalla y retozalla,
 y con besos un rato entretenella.
 Primero es provocalla y encendella,
 después luchar con ella y derriballa.
   (Jardín de Venus, No. 5)

A todo esto, ¿qué es la poesía erótica? En la Antología de Poesía Erótica Española e Hispanoamericana se puede leer que la poesía, es erotismo lingüistico -dado a su uso de símbolos e imagenes creadas a partir de figuras retóricas-, por lo tanto una poesía que hable del tema es un especie de metapoesía. Esto sin entender a la erótica como una simple imitación de la sexualidad sino como su metáfora, según dice Octavio Paz.

Diego Hurtado de Mendoza, fue uno de los pioneros en el siglo de oro en este tópico, ¿por qué razón? Si volvemos a recordar, no es un tema nuevo, pero la estructura italianizante es la novedad que llega a España, junto con el renacer de los clásicos, como Aristóteles y su visión de la comedia, de lo burlesco. Mendoza fue de la casa noble de Madrid. Su padre, Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, también fue poeta con temas eróticos, mas su enfoque y estilo son medievales, ya que trata con serranillas en rápidos hectasílabos:

I
Moçuela de Bores,
 allá do la Lama,
púsome' en amores.
II
Cuydé de olvidado
amor me tenía
como quien s'avía
grand tiempo dexado
(Serranilla IX)

El estilo de Hurtado de Mendoza es con endecasílabos y, a veces, con imágenes de deidades griegas como Venus o Diana; a las cuales, baja del Olimpo y la seriedad respetuosa con las que son tratadas, por todos los poetas fieles de los clásicos, y los clásicos mismos, al tratarlas como serranillas. Esto se puede ver en la siguiente estrofa hablando de la diosa Diana:

 Señora, la del arco y las saetas,
que andas siempre cazando en despoblado,
dígame, por su vida, ¿no ha topado
quien le meta las manos en las tetas?

El típico poeta renacentista es capaz de tocar cualquier tema sin perder el decoro -tocar los temas elevados con personajes elevados, en tono solemne y trágico, y tocar los temas de mofa con personajes plebeyos y grotescos-, pero, pese a que Diego Hurtado de Mendoza tiene muchas formas renacentistas, su arte no es elevado según la Poética de Aristóteles, porque mezcla reyes y payasos -como Lope de Vega hará después- haciendo burla a todos por igual. Así mismo podemos notar ciertos aires incipientes del barroco, ya que, aún cuando la mayoría de las veces es muy literal, ya empieza a usar el retorcimiento para no dar la idea directa, como se ve a continuación en su loa a la zanahoria:

Que cierto es una fruta muy probada ,
Ó raíz, por hablar más propiamente ,
Dulce, tiesa, rolliza y prolongada.

Pareceros há fria , y es caliente ;
Tiene un gusto suave y muy cordial ,
Para entretenimiento de la gente.
[...]
Oí decir que un médico gabacho
Afirmaba que macho y hembra era,
Pero siempre la tuve yo por macho.

Y cierto ella es macho' en la manera
Y barba, y si de nombre es femenina,
De natura es pujante y abridera.

La forma fálica de la zanahoria es muy evidente, no obstante, los poetas barrocos tendían a comparar cosas disímiles, para desatomatizarlas, y la idea del autor es hacerla más obvia con sus insinuaciones inocentes: "Dulce, tiesa, rolliza y prolongada / Pareceros há fria , y es caliente". Quizá es exagerado afirmar la inocencia de las palabras, porque el buscar siempre los dobles sentidos no es exclusivo de ninguna época.

jueves, 9 de septiembre de 2010

La prosa renacentista

Después de leer al Mío Cid y el poema de Fernán González, uno puede preguntarse en dónde quedó el gran orgullo español, si poco después se leen las novelas de la Celestina, El Lazarillo de Tormes y La vida del buscón don Pablos. Sigue ahí, pero de una manera distinta, no tan épica; para empezar se debe recordar lo que llenaba de orgullo un corazón español, incluso desde el Medioevo: el honor y la honra. Una vez que España está unificada y han expulsado a los moros y a los judíos, la principal preocupación es mantener la limpieza de sangre, dado que esto conllevaba riqueza y poder.


El ver sólo la parte crítica-satírica de estas tres novelas renacentistas –aunque la Celestina está en medio de la época medieval y el renacimiento– es quedarse a la mitad. Esto se puede resolver apreciando la estructura básica de los personajes del relato –según Greimas–, sujeto-objeto, adyuvante-oponente, destinador-eje de comunicación-destinatario. Se puede ver que el sujeto, por ejemplo, Calisto tiene un objeto de deseo, Melibea; con la ayuda de Celestina logra pasar el oponente que es Melibea misma –vemos aquí el sincretismo de los personajes–, con su deseo de conservar su virtud, su honra. Esto último es generado por la presión social, la virtud de la dama es lo único que ésta podía tener, aparte de su belleza; cuando Melibea la pierde y Calisto muere, su objeto de deseo es su libertad sin honra. Su oponente, la sociedad representada en sus padres, triunfa al orillarla a matarse. Melibea no tiene cabida en ese mundo.

El objeto de deseo de Lázaro es la comida, sus adversarios son sus amos –siendo los tres principales la representación de la sociedad estamental española: el mendigo ciego, el clérigo y el escudero– y paradójicamente sus adyuvantes son los mismos tres amos dado que le enseñan lo que su padre, héroe de guerra según el protagonista, no pudo. Si analizamos lo ocurrido con su primer amo-tutor de Lázaro, el único que al final recuerda de una manera especial por sus enseñanzas, encontramos a dos actantes principales, el ciego y el vino. El ciego es el oponente de Lázaro al ponerle obstáculos para que consiga lo que quiere, comida; así mismo es el que le enseña a Lázaro a cómo sobrevivir en ese mundo, dónde lo único que se comparte es el enemigo: el hambre. El vino es objeto de deseo y oponente del Lazarillo y esto se ve irónicamente expresado por la boca del ciego “¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud” (11). Aún cuando al final, Lázaro triunfa sobre su hambre, queda muy claro el desprecio que la sociedad debe sentir por él, lo más importante, por lo que el escudero estaba dispuesto a morir, la razón por la que la Inquisición fue creada, es ignorado por Lázaro; su victoria tiene un precio, su honor.

La crítica contra el clero, ya que se ha mencionado a la Inquisición, es clara en ambos libros picarescos. En aquel mundo dónde la religión impera y que mientras más grande sea el símbolo que lleves contigo de ella, es más grande tu devoción, no puedes dejar de notar la frialdad de su caridad. Los aldeanos ríen de las desgracias de Lázaro, que tanto el ciego como el clérigo, les cuentan. La avaricia del mismo clérigo es admirable para alguien que predica la humildad y la ayuda mutua entre los hijos de Dios, la contradicción no puede ser más evidente. En el Buscón se ve otra contradicción eclesiástica; el ermitaño con el que Pablos se encuentra, recién que ha dejado a su tío el verdugo, es un excelente jugador del póker –incluso les juega una treta a él y al falso poeta, mintiéndoles respecto a su familiaridad con el juego para dejarlos limpios–, un pasatiempo no compaginable con un hombre tan dedicado a Dios que se aísla del mundo. Otra sátira digna de remarcar es la lujuria de las monjas –también del Arcipreste, último amo de Lázaro, quien lo casa con su criada para poder tenerla cerca como amante–, dado que Pablos, hacia el final de la novela, se convierte en el don Juan de las mismas.

En el Buscón se obtiene un personaje menos novelesco que en el Lazarillo o la Celestina, esto es porque a Quevedo le importaba más los juegos de ingenio que forman la novela, el argumento, que la trama de la misma; es decir, sí le dio su importancia, pero no hizo más que retomar la doxa y el teatro de guiñol. Para Quevedo, el pícaro es pícaro hasta que muere y no puede redimirse, como el Guzman de Alfarache. Retomando la estructura actuarial Pablos tiene como adyuvantes a pícaros como él, don Diego, su primer aliado y único con una honra y honor intachable, lo despide al ver su conducta descaradamente pícara de Alcalá. El objeto de deseo del protagonista es alcanzar la honra, que sólo puede ser dada por la cuna, por ende Quevedo pone a toda la sociedad como oponente a ese deseo. Pablos no podrá conseguir lo que Dios no le ha dado de nacimiento, así, haga lo que haga está condenado al fracaso. Por ejemplo, cuando Pablos quiere casarse con doña Ana –para lo cual inventa una identidad, siendo entonces don Felipe Tristán– , cuya pobre dote, según las tías aunque para Pablos es un tesoro, le ayudará a subir de escala social; antes de conseguirlo, llega don Diego y al igual que la Inquisición, le descubre como el farsante que es.

Al final, la lección que nos debe quedar es la de Prometeo, si provocas a los dioses, si cruzar los límites impuestos, los buitres devorarán tus entrañas infinitamente, marginado hasta que dejes de existir.

De tal palo, tal astilla

San lunes está con los diablos hoy, mi cuerpo adolorido y seco me reclama la celebración del santo día domingo. No fue más que una jarrilla y tres cuartos, antes podía celebrar con tres. Pues no hay mal que por bien no venga, lo que el vino daña, el vino cura y para alegrarme la mañana un vaso. Las dos hijas mías hablan de las buenas noticias que no son las que se pregonan por las plazas; una criada de Pleberio ha dado una visita, agradecida de cierto favorcillo que le hice hace una semana.
AREUSA: Que don Alonso Coronel tiene un hijo honrado, caballero, y le hizo éste favor a su prima de desengañarla de un tal pícaro que dejó de ser su criado por esas malas mañas.
CELESTINA: Di hija que yo te entienda
AREUSA: Don Diego, hijo de don Alonso, fue a visitar a unos parientes suyos en Toledo y su prima, virtuosa y de sangre noble, estaba ya apartada para un caballero llamado don Felipe. Que ni era Felipe, ni era caballero, porque era un vagamundo que va sólo a la buena de Dios y de tan pícaro que era, que aunque fue criado del buen don Diego, se separó del por errar el buen camino.
CELESTINA: Mendigar es deshonroso hijas mías, debería buscar una labor decente con que ganarse el pan, como nostras, que pese a pobres, vamos sin que nos falte una buena comida. Pero dime hija, ¿y cómo se llama el pícaro?
AREUSA: Don Alonso dijo que Pablos
CELESTINA: ¿Qué Pablos? ese pobre diablo cree que con una s se arregla el nombre. Ese pobre diablo desconocido como un hijo, ¿y sabes, hija, qué pasó con él?
AREUSA: Don Diego lo apaleó junto con otros de confianza, quedó tullido y rajado. Después, don Diego se fue de la ciudad y llevóse a su prima con él y ya nada supieron  del pícaro
CELESTINA: Nada, entonces. Elicia, Areusa, vayan a la plaza por la merienda, vino no por la escases que lo impide. (Areusa y Elicia salen) ¡Ay este pasado!, ¡Ay que son recuerdos! Del cómo empezó la vida de aquel pícaro tullido y rajado. Su padre, honrado barbero y caballero, fue el único que logró cosechar conmigo. Estando con el fruto, hubo unos malos entendidos con ciertos clientes suyos, que no quería atender por temor a que le pasaran la navaja a él, así salimos deste mi pueblo. Andando por el camino se me vino la hora. Por haber nacido de camino y perseguido, era su futuro andar siempre huyendo de sus picardías. Regresóme aquí por las malas lenguas que metiéronme en prisión; el oficial carcelero era un antiguo amigo cazador de palomas y colector de galardones, guiñome el ojo y me dio libertad antes que los santos oficiales vinieran por mí. Aquí me hayo, en tierra madre con mis hijas. ¡Voto al...! que por saber este día, lo que pasó a Pablo, no es buena señal salir ni hacer negocios, que mal me hará. Ya llegan Areusa y Elicia de la plaza y también veo un buen caballero.
CRITO: ¡Madre, que vengo cansado, con penas y desencantos de mi mujer!
CELESTINA: Aquí viene Elicia para tranquilizarlo en el cuarto de arriba. (Celestina recibe unas monedas y Elicia se lleva a Crito. Pasa un rato y Celestina ve venir a Sempronio) ¡Albricias, albricias, Elicia! ¡Sempronio, Sempronio!
ELICIA.- ¡Ce, ce, ce!
CELESTINA.- ¿Por qué?
ELICIA.- Porque está aquí Crito.
CELESTINA.- ¡Mételo en la camarilla de las escobas! ¡Presto! Dile que viene tu primo y mi familiar
ELICIA.- ¡Crito, retráete ahí; mi primo viene, perdida soy!
CRITO.- Pláceme. No te congojes.
CELESTINA: Viene con cara de propuestas y bonanza a nosotros, veo la jarra vacía y creo que aceptaré el trato. No con mucho se puede temer de lo que ha pasado con Pablo.
SEMPRONIO.- ¡Madre bendita, qué deseo traigo! ¡Gracias a Dios que te me dejó ver!
CELESTINA.- ¡Hijo mío!, ¡rey mío!, turbado me has. No te puedo hablar; torna y dame otro abrazo. ¿Y tres días pudiste estar sin vernos? ¡Elicia, Elicia, cátale aquí!
...

jueves, 2 de septiembre de 2010

Con todo respeto, Quevedo...

Estimado e ilustre Quevedo:

Espero que esté bien, dónde quiera que eso pueda ser. Me gustaría preguntarle tantas cosas, como aprendiz a literata que soy, que temo al final olvidar y no preguntarle nada. Me acordé de usted debido a que en clase estamos leyendo una de sus obras, que según leí en el prólogo de la misma, escribió en su juventud. Debo admitir que es una obra como pocas y no puedo decir sin mentirle que es de las que me agradan. En estos momentos recuerdo a Longino y a lo sublime, dado que no sólo es algo bello, sino que también te puede causar terror, es aquella fascinación sin nombre que no sabes si detestar o amar. Eso fue lo que sentí al leer La vida del Buscón Don Pablos.

Quizá se quejará usted para sus adentros, de mi debilidad de nena, dado que debo confesarle las enormes náuseas que sentí al leer el capítulo cinco de su novela. Sé que esa imagen tiene una razón de ser, y me atrevo a suponer que forma parte del retrato fiel de lo podrido de la sociedad, es decir, que llega a dar asco.

Sé que forma parte de su estilo, pero quiero decirle que leer su novela exige un gran esfuerzo, si se quiere captar todo lo significativo y tratar de ver más allá de lo literal; por esto mis más grandes felicitaciones -aún cuando intentarlo me haya producido una leve jaqueca. 

Ahora sí, basta de elogios, usted ya debe saber lo grande que es para la literatura -incluso antes de morir- y no lograré nada siguiendo con ellos. Mi primera duda es acerca del título de la obra, ¿por qué buscón? Avanzando con la lectura puedo suponer que es debido a que Pablos busca ser un caballero, tanto así, que reniega de su sangre y de su orígen. Otra duda que tengo acerca de su obra es sobre Cabra, no logré entender del todo la razón por la que mataba a sus pupilos de hambre. Mi conjetura es de que él es la representación del gobierno español, que mata de hambre a su pueblo, pese a que vive por y para él.

No quiero molestarle demasiado por esta ocasión y espero perdone mis ingenuas dudas. Gracias por leer esta breve carta y aguardo su respuesta.

Atentamente
Alejandra Castillo